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Quizás el pobre lector que
tenga la mala suerte de encontrarse con este blog se habrá preguntado qué
exactamente es un condottiero. ¿Por
qué es tan importante que nuestro protagonista Francesco Sforza haya sido uno? Pues
seguidamente le responderé, voz incorpórea dentro de mi cabeza.
Condottiero proviene de la palabra italiana condotta, que se traduce como contrato, lo cual explica de manera
bastante sucinta la manera de empleo de los condottieri:
eran contratados por los ricos hombres de negocios que gobernaban las ciudades
italianas pero quienes sin embargo no querían ensuciarse las manos con la
guerra. He ahí que contrataran a cuerpos de soldados, mercenarios, para que
hiciesen su trabajo por ellos.
Pasaron de una presencia bastante
mínima a una rápida y extensa difusión a inicios del siglo XIV, y siguiendo en
la tradición de las Grandes Compañías del resto de la Europa Occidental,
durante el siglo XIV los mercenarios contratados eran en su mayor parte nada
menos que extranjeros como el famoso conocido de John Hawkwood. Ya en
tiempos de Hawkwood los condotta
cesaban de ser meras asociaciones puramente temporales a verdaderas
organizaciones militares permanentes y coherentes.
Retrato de Francesco Sforza, c. 1460, por Bonifacio Bembo, Pinacoteca de Brera, Milán. Wikipedia |
A partir de 1380 aproximadamente
el panorama empieza a cambiar: los grandes aventureros como el inglés Hawkwood
dejan paso a condottieri formados en
cuanto a sus altos mandos y los soldados por italianos. Tal es el caso de
nuestro personaje, Francesco Sforza, hijo de Muzio Attendolo Sforza, que llegó
al mundo del mercenariazgo italiano cuando los capitanes no eran meros
aventureros sino generales de ascendencia aristocrática, como en su caso. A partir
de la sistematización del poder de los condottieri
se explica su mayor relevancia en la política italiana, en la que llegan a
ser figuras de gran actividad y relevancia.
REFERENCIA:
Contamin, P. (1984): La guerra en la Edad Media, Editorial Labor, Barcelona