Europa en el Siglo XV: Visión General.

El siglo XV fue una etapa de gran importancia para el futuro desarrollo de la Europa moderna. Recuperados los daños provocados por la gran Peste Negra, el siglo XV continuará las dinámicas características de siglos predecesores a la vez que sembrará las semillas del futuro europeo. Mientras esto quizá parezca una obviedad y un elemento básico de cualquier desarrollo histórico, el siglo XV resalta en este caso por servir de enlace entre la Europa medieval post-Peste Negra y la Europa del Renacimiento, Reforma y centralización monárquica.

Mapa de Europa en 1500, de ThingLink
El propósito de esta página no es la de realizar un examen diacrónico de todo el siglo XV, o profundizar en este periodo en la que proliferaron tanto las guerras como actividades políticas. Mi intención es más bien de presentar los rasgos generales de la Europa bajomedieval, las dinámicas generales seguidas por las distintas regiones del continente, para luego profundizar en los rasgos generales de la Italia del siglo XV y el importante papel que esta jugará desde un punto de vista cultural-intelectual para la futura Edad Moderna.

¿Empezamos?

Si tuviéramos que señalar dos razones por las que el siglo XV es conocido, una sería el Quattrocento, y otra sería la guerra. Ambas son fruto y consecuencia de complejas dinámicas sociales y económicas que en el siglo XV están llegando a un punto de ebullición. El Quattrocento y el Humanismo vienen a producirse por el incremento gradual del urbanismo en el continente, sobre todo en el Sur y el Oeste, que favorece el desarrollo de importantes focos comerciales y la acumulación de riqueza en las ciudades; éstas, a su vez, cuentan con importantes defensores en la figura del rey medieval, que por ello cuenta con el firme apoyo de las ciudades. Es la llamada alianza entre rey y ciudad a la que los grandes historiadores medievalistas aluden.

Ciudad de Constantinopla.
Ahora bien, este no es un paradigma fijo: existen zonas en las que las ciudades crecen y se enriquecen sin la defensa directa de las monarquías y empiezan a desarrollar modelos políticos alternativos, siendo un claro ejemplo el norte de Italia, el cual trataremos pronto. Es, aun así, innegable que se desarrolla una dinámica de alianza entre monarquía y ciudad que contribuirá de manera significante a la consolidación del poder en manos de los reyes y la progresiva centralización que viene a evidenciarse en diferentes zonas de Europa.

Francia es el mejor ejemplo de construcción estatal durante este periodo, aunque es innegable que el reino de Castilla atraviesa evolución similar. Empezando el siglo XV como monarquía débil y en guerra con el reino de Inglaterra en el seno de la llamada Guerra de los Cien Años (1337-1453), a mediados de siglo la monarquía francesa habrá conseguido repeler los avances de potencias invasoras y dedicará la segunda mitad de siglo a lo que Olivera Serrano (2002) señala como la conquista del interior del país, así creando una de las mayores potencias de la Edad Moderna.  

Batalla de Aginourt, Public Domain.
El reino de Inglaterra, tras perder la Guerra de los Cien Años y verse inmersa poco después en conflictos civiles en la Guerra de las Dos Rosas, acabará el siglo con la poderosa monarquía Tudor, que en la próxima centuria podría atreverse a crear su propia Iglesia anglicana, sin tener que atender a la posibilidad de grandes conflictos con los señores feudales.

Es por esta razón que se suele señalar cómo el siglo XV continúa y refuerza la tendencia bajomedieval que lleva a la progresiva pérdida de poder señorial y la consolidación de las monarquías. Tal es el caso de las monarquías de grandes sectores de Europa Occidental. Pero en el Centro y el Este, el panorama es bastante diferente.

Sacro Imperio Germánico al final del siglo XV, 
El Sacro Imperio continúa un proceso de fragmentación interna en la que el poder imperial queda reducido cada vez más a un estatus simbólico mientras grandes dinastías nobiliarias ven la oportunidad de consolidar su poder dentro el Imperio. Tal es el caso de los Habsburgo, que en la segunda mitad de siglo harán de Austria el ducado más grande y poderoso de todo el Imperio, y que ya está estableciendo las bases de la gran política matrimonial que en el siglo XVI produciría Carlos V. Por otro lado, Flandes y amplios sectores del Norte ven incrementar el poder de las ciudades, focos mercantiles, cuyas poblaciones actuarán como receptores y transmisores del Humanismo.

El Este europeo, por otro lado, se ve inmersa durante este periodo en una dura lucha de religiones, en la que los diversos reinos balcánicos, así como los restos del Imperio Bizantino y el reino de Hungría, se encuentran con el avance del Imperio Otomano. Será ésta quien últimamente alcance la victoria, simbolizada ya de primeras en la toma de Constantinopla en 1453, que quedará rebautizada como Estambul.

Es una Europa que atiende al proceso de consolidación real, el crecimiento de la importancia de las ciudades y el desarrollo del Humanismo. Una Europa en la que el Norte de Italia jugará un papel enorme. 

El "Hombre Vitruviano", de Leonardo
da Vinci. Ejemplo de obra humanista. Wikipedia.
REFERENCIAS:

Asenjo González, M. (2002): “Europa central y oriental”, en Álvarez-Palenzuela, V. A. (coord.), Historia Universal de la Edad Media, Ariel, Barcelona.

Córdoba de la Llave, R. (2002): “El imperio germánico en el siglo XV: los inicios de la era Habsburgo”, en Álvarez-Palenzuela, V. A. (coord.), Historia Universal de la Edad Media, Ariel, Barcelona.

Olivera Serrano, C. (2002): “Crecimiento de Francia”, en Álvarez-Palenzuela, V. A. (coord.), Historia Universal de la Edad Media, Ariel, Barcelona.

Rojas Gabriel, M. (2002): “Inglaterra en el siglo XV”, en Álvarez-Palenzuela, V. A. (coord.), Historia Universal de la Edad Media, Ariel, Barcelona.



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