lunes, 9 de diciembre de 2019

La Biografía de Francesco Sforza, II: El Largo Camino a la Domianción

La primera mitad del siglo XV en el Norte italiano estuvo caracterizado por guerra casi constante. Allá por 1402 el gran duque Gian Galeazzo Visconti de Milán había dejado un legado verdaderamente impresionante que abarcaba la mayor parte de Lombardía, además de empezar a extenderse por el Centro peninsular. Sin embargo, la incompetencia de sus sucesores inmediatos conllevó la pérdida de poder, influencia y tierras por parte de Milán, hasta la llegada al poder de Filippo Maria Visconti en 1412, empezaría de nuevo una serie de guerras, las llamadas Guerras de Lombardía, entre el creciente y revitalizado ducado milanés y los estados a su alrededor, organizados en sucesivas ligas.


Mapa de las posesiones de Gian Galeazzo Visconti.
Wikimedia Commons
Atraído por este panorama de caos y guerra llegaría Francesco Sforza a Milán. Contratado como un condottiero entre muchos otros, no contó con la primacía que había gozado en Nápoles, estando ahora bajo el mando del comandante en jefe Carlo Malatesta, líder de las fuerzas milanesas en la Segunda Guerra de Lombardía, 1426-1428; de final desastrosa para Milán, derrotada por Venecia tras la ocupación de Brescia y Bérgamo.

Entre tanta derrota, Sforza consiguió redimirse en la defensa de Lucca ante las tropas florentinas en 1431, lo cual le ganó el agradecimiento del duque Visconti, quien le concedió la mano de su única hija Bianca María, además de algunas tierras y el derecho de portar el apellido Visconti. Este matrimonio habría supuesto una oportunidad increíble para un condottiero como Francesco Sforza, al involucrarlo directamente en la línea de sucesión. Sin embargo Visconti, empezando una dinámica de desconfianza y mentiras que caracterizaría su relación con Sforza, también había prometido la mano a otros pretendientes, entre ellos Lionello d’Este o Carlo Gonzaga, para retener su lealtad.

Naturalmente, esto amargó las relaciones entre Visconti y Sforza, que acabarían por romperse definitivamente en 1434, durante la Cuarta Guerra de Lombardía. Tras conquistar la Marca de Ancona, patrimonio papal, en nombre de Visconti, Sforza fue concedido el territorio por el papa Eugenio IV y nombrado a la postre gonfaloniero de la Iglesia. Visconti tomó esto como traición y repudió a Sforza, quien entonces militó en el bando contrario con las fuerzas de Venecia, Florencia y el Papado.

En 1438 Visconti consiguió aplacar al poderoso condottiero, ahora firmemente asentado en Ancona, ofreciendo dar curso al matrimonio con su hija Bianca. Aun así, mientras tanto enviaba a Niccolò Piccino, gran rival de Francesco Sforza, quien incluso había intentado asesinarlo, a devastar sus tierras. Percatándose de esta traición, la Serenissima ofreció a Francesco Sforza el puesto de capitán del ejército de la liga anti-milanesa. Esto fue demasiado para Visconti, quien accedió finalmente al matrimonio entre Sforza y Bianca, efectuada en Cremona el año 1441, una boda al cual no atendió el duque.

Filippo María Visconti, último
duque Visconti de Milán.
Wikimedia Commons
Los años siguientes verían  a Sforza luchando en el sur, a favor de la dinastía Anjou y en contra del expansionista Alfonso de Aragón, una guerra en la que incluso intervino el propio duque Visconti. Sin embargo, una vez más, el duque empezó a desconfiar de su más poderoso condottiero y asedió Cremona, posesión sforezca. Esto provocó una ofensiva veneciana a favor de Sforza, a quien finalmente Visconti apelaría y apaciguaría nombrándolo capitán general, en el seno de una situación de gravísima crisis, empeorada poco después al fallecer Filippo María Visconti en 1447.

A su muerte, los ciudadanos de Milán, hartos de la explotación de poder llevada a cabo por Visconti, decidieron volver a los orígenes comunitarios de la ciudad y proclamar la República Ambrosiana, ofreciendo a Sforza nada menos que 20.000 ducados para retomar Brescia o Verona, pudiendo además tomar una bajo su posesión. Pese a contra-ofertas venecianas, Sforza llevó esto a cabo, y pudo amenazar directamente la Serenissima.

Llegado este punto, conviene detenerse. A lo largo de una década Sforza había ido reuniendo cada vez más poder en sus manos, convirtiéndose en la figura determinante de la política italiana del momento. Estados enteros se enfrentaban por tenerlo en su bando, y acorde a sus decisiones se dictaban asuntos de alta política. Llegado este punto, a finales de los 1440, no tenía rival que se le comparase en el Norte italiano, y tenía ante sí dos posibles caminos: tomar Venecia, o tomar Milán.

Así fue que en 1450, tras un largo asedio que había provocado revueltas en las calles de la gran urbe, Francesco Sforza entraba el 26 de Febrero a la ciudad que, desesperada y derrotada, le había concedido el título de Duque de Milán. El hijo de un condottiero accedía ahora al gobierno de una de las mayores potencias de la Península Italiana.
Ahora la cuestión era: ¿cómo mantenerlo?

REFERENCIAS:
Gamberini, A. (2012): “Francesco Sforza. Un condotiero de éxito”, Desperta Ferro. Antigua y medieval, No. 16, 46-51.

(2015): “Milan and Lombardy in the Era of the Visconti and the Sforza”, en Gamberini, A. (ed.) A Companion to late Medieval and Early Modern Milan. The Distinctive Features of an Italian State, Brill, Boston. 20-45.

Menniti Ippolito, A. (1998): Dizionario Biografico degli Italiani, Vol. 50.  Disponible en: http://www.treccani.it/enciclopedia/francesco-i-sforza-duca-di-milano_%28Dizionario-Biografico%29/

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