Nacido
en 1401 de la unión de Muzio Attendolo Sforza y Lucia Torsiano, no formaba
parte de una familia de origen noble: su padre Muzio se había ganado la
prestigiosa posición de Gran Condestable de Nápoles por su brillantez y fuerza
en el campo de batalla. Pese a la evidente riqueza de la familia, Francesco
Sforza e incluso sus descendientes del Cinquecento
sería llamado de manera peyorativa un rustici
(“pueblerino”) por sus críticos contemporáneos.
Su
infancia es en gran medida desconocida, pero se sabe que pasó sus primeros años
en la corte de Ferrara antes de vivir en la corte de Alfonso de Aragón, señor
de Nápoles, desde 1411. Una vez creció lo suficiente, su padre Muzio juzgó que
la hora había llegado de iniciar a su hijo Francesco en el negocio de la guerra
que tanto había enriquecido la familia, cuyo apellido Sforza había empezado como un sobrenombre significando “Fuerte”.
El
joven Francesco sería introducido por su padre al violento y competitivo mundo
de los condittieri, luchando en su
primera batalla contra el gran rival de su padre Muzio: Braccio da Montone. Un
antiguo compañero de Muzio, ambos habían sido discípulos de uno de los grandes condottiero del Trecento: Alberico de
Barbiana, un lazo que solo sirvió para fomentar una enemistad que Muzio legaba
a su hijo. Durante su primera batalla Francesco, a los dieciséis años, demostró
gran ímpetu y coraje, hasta el punto de merecerse un cinturón militar y se
nombrado como capitán. En 1419 Muzio casa su hijo Francesco con la que sería su
primera esposa: Polisenna, hija de Carlo (II) Ruffo, conde de Montalto. Sin embargo
el matrimonio será breve: en 1420 Polisenna muere, legando a Francesco
considerable posesiones en Calabria.
Los
años siguientes verán a padre e hijo inmerso en el caos de la guerra entre
Alfonso de Aragón y Luis de Anjou por la sucesión de Juana al reino de Nápoles.
Leal al estereotipo de mercenario, Muzio buscó siempre el máximo beneficio,
cambiando de bando conforme le venía mejor, proporcionándole a su joven hijo
Francesco una lección en puro cinismo político.
Sin embargo, Muzio murió en 1424, y la compañía votó inmediatamente a Francesco como sucesor al mando de la poderosa máquina de guerra que su padre había forjado a lo largo de las sucesivas campañas. Viendo cómo se desarrollaba este panorama, la reina Juana rápidamente vio que el apoyo de Francesco sería vital y lo reconoció como heredero de los feudos coleccionados por Muzio: Benevento, Ariano, Manfredonia y otros castillos menores. Como respuesta Francesco se unió al bando de la reina napolitana y asestó una gran derrota al antiguo amo de su padre, Alfonso de Aragón, en cuya corte Francesco había pasado parte de su infancia.
Estabilizada
la situación, o al menos pagado lo debido, Francesco partió en busca de nuevos
contratos, nuevas condotta. El
primero fue con el señor de Foligno, Corrado Trinci. No obstante, en el norte
la actividad del ambicioso duque de Milán, Filippo María Visconti, le había
ganado numerosos enemigos, entre ellos la poderosa Venecia. En 1425, el
poderoso duque milanés contaría entre sus tropas con el jovencísimo condottiero, curtido en las guerras del
Sur italiano, Francesco Sforza.
REFERENCIAS:
Covini, N. (2004): “Guerra e
relazioni diplomatiche in Italia (seccoli XIV-XV): la dimplomazia dei
condottieri”, XXXI Semana de Estudios
Medievales Estella, 18 a 22 de julio de 2004, 163-198.
Gamberini, A. (2012): “Francesco Sforza. Un condotiero de éxito”, Desperta Ferro. Antigua y medieval, No. 16, 46-51.
Menniti Ippolito, A. (1998): Dizionario Biografico degli Italiani, Vol. 50. Disponible en: http://www.treccani.it/enciclopedia/francesco-i-sforza-duca-di-milano_%28Dizionario-Biografico%29/
No hay comentarios:
Publicar un comentario